Corría enero de 2015 y Yangervis Solarte lucía el uniforme del Magallanes. Todavía era reserva de los Tigres. Fue tomado como refuerzo para los playoffs. Ya entonces comenzaban los rumores sobre su eventual cambio a la nave.
Es una tradición de nuestra pelota. Basta que un pelotero con cierta nombradía o éxito se sume como adición o jugador sustituto en una postemporada, para que alguien empiece a hablar sobre su posible traspaso a esa divisa.
A veces tiene basamento. Cuando los Tiburones tomaron a Alberto González a través del draft del 30 de diciembre, hace dos años y medio, y el infielder respondió con un convincente desempeño, la propia gerencia de los escualos inició conversaciones con su par de los Bravos, buscando adquirir de manera definitiva al ex grandeliga, tal como ocurrió después.
Había razones para esperar algo similar con Solarte. Con Aragua tuvo sus altos y bajos, en términos emocionales, y su ciudad de origen es Valencia. Ante el interés de varias novenas, incluyendo los Leones (otra escuadra que reforzó en el pasado), era natural considerar a los turcos como un destino eventual.
Los bengalíes terminaron saliendo del utility, embarcándolo a las Águilas. Nunca jugó con los rapaces, porque coincidió su consolidación como titular de los Padres de San Diego, en las Grandes Ligas, con la tragedia familiar que afectó su hogar. Pero cuando la gerencia del Zulia adelantó, en febrero, que buscarían un equipo para él, volvió a emerger la tropa eléctrica como destino natural.
El punto álgido con peloteros como Solarte está en su disponibilidad real. Lo saben bien en el estadio José Bernardo Pérez y en los demás escenarios de nuestro beisbol. Los bigleaguers se reportan durante períodos cortos y a veces ni siquiera lo hacen. Es demasiado el dinero que está en riesgo, en caso de una lesión, y el país se ha deteriorado gravemente en términos de seguridad personal y alimentaria, al punto de hacerles preferible quedarse en sus casas del norte, descansando durante el invierno boreal.
Magallanes tiene varias estrellas de las que ha sabido muy poco, últimamente: José Altuve, Pablo Sandoval, Miguel Montero, Yusmeiro Petit ocupan un lugar en los archivos de la oficina, pero no en el dugout y mucho menos en la alineación. ¿Pasará lo mismo con Solarte?
Eso ponía el foco en el paquete que entregarían los turcos a cambio. Viendo la discreta trayectoria del infielder Daniel Brito y del receptor José Gregorio Herrera, su juventud y números en Clase A media, vale la pena la apuesta. No parecen una grave pérdida para la nave.
Tampoco lucen un buen premio para las Águilas, pero los occidentales estaban atados aquí a la dura realidad de tomar esta dupla o mantener el status quo, quedándose con un Solarte que no tenía inclinación a jugar en Maracaibo como sede.
Ni Brito ni Herrera fueron prospectos altamente promocionados al momento de firmar, hace menos de un lustro, aunque tienen talento. Para los rapaces, se trata de esperar que se desarrollen y conviertan en fichas importantes para la organización. A esa edad, es una lotería, pero a veces funciona. Dixon Machado y José Ascanio, por citar dos ejemplos, fueron piezas de cambios semejantes en la LVBP y terminaron triunfando, llegando incluso a las Grandes Ligas.
El tiempo dirá.
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