Inflación beisbolera

El béisbol representa para los venezolanos el principal pasatiempo nacional, ni el fútbol que ha crecido a pasos agigantados en los últimos 15 años se le acerca. El deporte del bate y la pelota es la principal vía de escape para todos los que patean la calle, sin embargo, el deporte que inmortalizó Babe Ruth no puede eludir la inflación, una situación que llegó a los estadios y que sin duda hará mella en la temporada 2015-2016 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional.

Ayer alzó el telón la LVBP y particularmente en Maracaibo, ciudad donde cubro la pelota rentada, no se respiró aires de jornada inaugural, el estadio Luis Aparicio no se llenó en las preferenciales, algo que desde que tengo uso de razón, no veía, un resultado que va más allá de la derrota de las Águilas 2-1 ante Bravos.

La complicación para comprar entradas sigue siendo una barrera, llegamos al 2015 y siguen sin vender entradas por internet. Llegar a la taquilla, a la que hay que ir con además de dinero, con muchísima paciencia y fuerza física, para combatir el inclemente calor y humedad que golpean durante los últimos meses a la ciudad. Tras hacer una larga cola y no encontrar boletos, toca batirse a duelo con los revendedores que inexplicablemente siempre tienen las mejores localidades, para que terminen sacándole al fanático un ojo de la cara triplicando el valor original del ticket.

Al entrar al nido de las Águilas del Zulia hay poco que hacer, la feria de comida es la misma, no hay muchas opciones y siempre hay que llevar efectivo porque punto para tarjetas de crédito/débito no hay.

Los precios para comprar los nuevos souvenirs rayan en lo ridículo, y a pesar de que la inflación acaba con todo, que una gorra cueste dos sueldos mínimos es una grosería, si una gorra oscila entre los 14 y 18 mil bolívares, las camisetas, que ayer no había, deberían estar entre los 25 y 35 mil (pido perdón por aplicar el ojo por ciento), alguien que ganando un sueldo de 10 mil bolos no podría comprar. La cerveza está en un precio medianamente decente (100 bs), pero la botella de whisky pasa los 30mil, más cara que en cualquier discoteca de la ciudad. Comer también es complicado, un pepito, plato favorito para los que acuden a los estadios, ya está en 700-800 bolívares, el presupuesto por persona puede llegar a 2500-3000 bolívares por juego, a una semana completa se podría gastar 15mil en un juego, pocas personas ganan eso en un mes.

Los baños siguen iguales, ni una mejora, solo que por ser el primer día estaban más limpios, pero pocas cosas mejoraron para que el fanático se sienta cómodo y correspondido por la gran inversión que hace al ir a un juego de béisbol.

El palco de prensa del “Grande” no tuvo agua sino hasta el sexto inning, caliente por cierto, algo que es una gentileza del equipo para con los periodistas que van a trabajar, pero si van a hacer algo debe hacerse bien.

Fue una jornada inaugural caótica en lo general, nada de los que prometieron los altos jerarcas de la LVBP se cumplió. No hubo transmisión de todos los juegos porque a Maracaibo no llegó la móvil con que TVes transmitiría el duelo ante los insulares, las razones fueron escuetas, pero de buena fuente me informaron que una estaba con el futsal y otra prestaría servicio al Miss Venezuela. La APP tampoco estaba disponible, el canal (IVC Medios) todavía no sale en las parrillas de servicio satelital ni cableras, algo que podría cambiar mañana. Para completar hubo cadena presidencial hasta casi las 9 de la noche, acabando con los trabajos de la producción de los distintos canales regionales y nacionales, solo DirecTV logró sortear dicha dificultad.

Hay mucho que mejorar, los venezolanos dejamos todo para última hora y eso se ha vuelto el pan de cada día hasta en la liga más organizada del país. El principal pasatiempo del país merece un poco más de atención y poder retribuirle al fanático, que paga con su entrada parte de la inversión que hacen los dueños de equipos, una atención digna.